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Escuchar las señales del cuerpo, apostar por la variedad nutricional o disminuir el desperdicio alimentario, algunas claves para aplicarla de forma sencilla.
Una alimentación saludable no se basa en restricciones, sino en el equilibrio y la variedad. Adoptar hábitos sostenibles, combinar una dieta nutritiva con ejercicio regular y ser consciente del impacto ambiental de las elecciones alimentarias contribuye al bienestar físico y emocional. Además, disfrutar de los alimentos sin culpa y mantener una relación equilibrada con la comida permite prevenir carencias nutricionales y mejorar la calidad de vida a largo plazo.
“Lejos de fórmulas drásticas o planes restrictivos, lo más recomendable es introducir los cambios de forma gradual, prestando atención tanto a la composición de los alimentos como a sus efectos en la salud y el bienestar. Por ello, es fundamental evitar dietas muy restrictivas, ya que pueden provocar carencias nutricionales y conducir al efecto rebote o incluso a atracones. En este sentido, una alimentación consciente, saludable y responsable implica cuidar el bienestar personal y físico, pero también el emocional” señala Alba Soto, nutricionista de Blua de Sanitas.
Asimismo, la nutricionista de Sanitas añade que “una alimentación equilibrada debe ir de la mano de la actividad física regular para mantener un estilo de vida saludable y prevenir enfermedades metabólicas, como la diabetes o la obesidad. La combinación de una dieta variada con ejercicio ayuda a mejorar la salud cardiovascular, fortalecer los músculos y aumentar los niveles de energía. Con caminar 6.000 pasos al día, por ejemplo, podemos mantener un día a día saludable que tampoco conlleve mucho esfuerzo ni tiempo”. En esta línea, cabe mencionar el proyecto Healthy Cities, impulsado por Sanitas, que precisamente reta a las personas a caminar este número de pasos al día. Se trata de una iniciativa que promueve estilos de vida y entornos urbanos saludables, consciente de la interconexión de ambos con la salud.
Por otra parte, “aunque existen alimentos que no son tan saludables—como aquellos altos en azúcares, grasas saturadas o procesados—no es necesario eliminarlos por completo de la dieta” apunta Soto. “Consumirlos en ocasiones específicas, sin que se conviertan en la norma, puede formar parte de una estrategia equilibrada que evita la rigidez y permite disfrutar de una variedad de sabores sin descuidar la salud” explica.
Además, tener en cuenta el origen de los alimentos puede aportar beneficios adicionales, ya que elegir productos de procedencia reconocida no solo favorece una mejor salud, sino que también respalda prácticas que promueven el bienestar del entorno.
En este contexto, los expertos de Sanitas han elaborado un listado con una serie de consejos para cuidar el organismo mientras se respeta el planeta:
En último lugar, Miryam Piqueras, directora de Gobierno Clínico de Sanitas Mayores, concluye que “estas recomendaciones son aún más relevantes si cabe en las personas mayores, ya que estos hábitos favorecen una alimentación equilibrada que previene déficits nutricionales comunes en esta etapa, como la falta de vitamina D, calcio o proteínas, esenciales para la salud ósea y muscular. Además, como la población mayor es propensa a perder masa muscular o sufrir alteraciones digestivas debido al envejecimiento, medidas como planificar los menús y comer sin distracciones contribuyen a mejorar su ingesta y evitar descompensaciones”.
Sanitas es especialista en servicios de salud y bienestar en España. Ofrece a sus clientes productos y servicios para cada etapa de la vida a través de un modelo integral de salud que incluye: seguros médicos, hospitales y centros multiespecialidad, clínicas dentales, otros servicios de salud y servicios de atención a mayores.