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Este modelo de Atención Integral Centrada en la Persona otorga a los usuarios una mayor autonomía y libertad para que se sientan como en casa.
En los últimos años, los modelos de atención a personas en situación de dependencia han experimentado un cambio de paradigma para adaptarse a las necesidades de las nuevas generaciones de personas mayores. En este contexto, la individualización se ha convertido en el principio fundamental de los nuevos modelos basados en la Atención Integral Centrada en las Personas.
Bajo esta premisa, CleceVitam lleva años incorporando las unidades de convivencia en sus centros, con el objetivo de ofrecer una atención más personalizada a sus usuarios para que puedan sentirse como en casa.
La implementación de este modelo implica la unificación de grupos reducidos de usuarios dentro de la misma residencia, quienes se agrupan según su grado de dependencia y conviven como si fueran una familia, lo que les permite disfrutar de una nueva forma de relacionarse en el centro residencial, al mismo tiempo que les otorga mayor libertad, autonomía y tranquilidad.
En este sentido, Laura Collado, delegada de CleceVitam en Cataluña, explica que las unidades de convivencia son la base del modelo de atención de CleceVitam, que pone a las personas en el centro: "Funcionan como pequeñas familias que comparten un comedor y una sala de estar, como si estuvieran en su propia casa. Esto nos permite agrupar a nuestros residentes según sus preferencias y gustos, fomentando una convivencia natural y fortaleciendo el vínculo social entre ellos", añade.
De acuerdo con el modelo asistencial basado en la Atención Integral Centrada en la Persona de CleceVitam, la entidad estructura sus dos residencias en Cataluña en unidades de convivencia para maximizar el confort de sus residentes y ofrecerles una serie de beneficios que les permitan continuar con su proyecto de vida y hacerles sentir como en casa. Actualmente, CleceVitam Ponent, ubicada en Lleida, cuenta con siete unidades activas formadas por dieciséis personas cada una; y en CleceVitam Daurada, en Tarragona, hay seis, con entre 12 y 17 residentes cada una.
Cada una de ellas ofrece ventajas clave para el bienestar integral de los residentes, tales como:
- Ambiente familiar. Las unidades de convivencia fomentan un ambiente más cercano y familiar, ya que los usuarios se conocen entre sí y pueden sentirse más cómodos y seguros, lo que mejora su calidad de vida y bienestar, además de ayudar a evitar la soledad. Los centros también cuentan con toda clase de comodidades para asemejarse lo más posible a un hogar. Algunos residentes, como Olga de Lleida, aprovechan para colgar diferentes pinturas que no solo evocan cómo era su casa, sino que también estimulan el recuerdo de su historia de vida.
Las instalaciones también incluyen salas comunes con fotografías de las actividades realizadas en el centro en las paredes, creando un ambiente más familiar. Además, los usuarios disponen de sillones geriátricos, televisores para ver juntos, una biblioteca y una terraza, permitiéndoles moverse con libertad entre los dormitorios y los espacios compartidos.
- Atención personalizada. Cada unidad dispone de un equipo de profesionales de referencia especializado que, en la medida de lo posible, permanece integrado por los mismos miembros. Trabajar con grupos reducidos de residentes permite brindar una atención directa y más personalizada, respondiendo a las necesidades físicas y mentales de cada usuario, además de asistir en las actividades básicas de la vida diaria de esa unidad familiar.
Esto ayuda a los auxiliares trabajar de manera más cómoda, ya que la cercanía con los usuarios facilita conocer en profundidad sus gustos y preferencias, teniendo en cuenta sus opiniones y decisiones. Consecuentemente, el usuario se siente más comprendido y acompañado.
- Fomenta la socialización y el sentimiendo de pertenencia en un grupo. Compartir el día a día siempre con el mismo grupo de personas permite crear una comunidad, fomentar relaciones diarias y desarrollar un sentimiento de pertenencia. Esto contribuye a que los residentes se apoyen mutuamente y formen vínculos de proximidad, afecto y confianza con el resto de compañeros y profesionales.
Este es el caso de las usuarias Piedad, Rosa, Carme, Pepi, Olga, Andrea y Lola, quienes comparten unidad de convivencia en la residencia CleceVitam Daurada. Cada mañana desayunan juntas y, si no tienen ninguna actividad programada, bajan al jardín para conversar hasta la hora de comer. Por la tarde, juegan juntas al dominó, tres en raya o parchís, y también salen a pasear por el centro de Tarragona hasta las seis de la tarde. Además, después de cenar, se vuelven a reunir para realizar dinámicas de grupo organizadas por el educador social, actividades que no solo ayudan a fortalecer los lazos sociales entre ellas, sino que también les sirven para estimular la mente.
- Horarios, rutinas y actividades adaptadas a les persones usuarias. Al agrupar a los residentes según sus preferencias y hábitos, se permite adaptar la organización de sus rutinas y su vida cotidiana en el centro. Esto también permite a los profesionales ofrecerles una variedad de actividades y talleres adaptados a las capacidades de todos los integrantes del grupo, que sean de su interés, les estimulen cognitivamente y fomenten un envejecimiento activo.
En CleceVitam Ponent, cuentan con la Asamblea del Comité de Actividades y el Comité de Decoración, formados por varios representantes de cada unidad de convivencia, quienes proponen y eligen las próximas actividades y las decoraciones de las salas comunes en fechas señaladas, como próximamente en Navidad.
En definitiva, "las unidades de convivencia benefician a los usuarios al permitirles sentir la residencia como un segundo hogar, y también al equipo de profesionales, ya que los gerocultores de referencia pueden conocer de primera mano los gustos y preferencias de cada uno de los residentes, ayudándoles a seguir desarrollando sus proyectos de vida en un entorno cálido y familiar", concluye la delegada de CleceVitam en Cataluña.
Los países nórdicos como Suecia y Dinamarca fueron los primeros en implementar estos nuevos modelos de atención en las residencias, buscando ir más allá de la metodología tradicional de cuidados para que los residentes se sintieran como en un segundo hogar.
En esa línea, este modelo de atención prioriza que los cuidados y el día a día de los usuarios se ajusten a sus necesidades, preferencias personales y gustos, fomentando su autonomía y las relaciones con otros residentes.
Desde los años setenta hasta ahora, la organización de los centros residenciales nórdicos ha evolucionado hacia unidades de convivencia formadas por menos de 20 personas, con espacios comunes para comer, habitaciones individuales y zonas exteriores, buscando ofrecer el máximo confort, felicidad y bienestar a los usuarios.