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‘El árbol de los deseos’ hace realidad la petición de las personas usuarias de CleceVitam Ponent de realizar un ciclo de intervenciones asistidas con perros.
Risas y miradas de complicidad. Eso es lo que se ha vivido en las instalaciones de CleceVitam Ponent, una vez han aparecido Tomo y Tet, dos perros entrenados y seleccionados específicamente por sus aptitudes y habilidades para trabajar con personas mayores. Son miembros del equipo de Ilerkan, una asociación sin ánimo de lucro de Lleida que tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de las personas mediante ‘Intervenciones Asistidas con Animales’, y que, ahora, van recurrentemente al centro residencial para interactuar con los usuarios.
Se trata de una actividad que se enmarca en la iniciativa ‘El árbol de los deseos’, organizada por CleceVitam Ponent, en la cual, a través de unas tarjetas, las personas residentes escribieron hace unos meses su deseo. A día de hoy, uno de ellos se ha convertido en realidad: realizar un ciclo de sesiones de intervención asistida con perros. Y es que, en los últimos años, varios estudios han demostrado que el contacto con estos animales de compañía tiene efectos muy beneficiosos para las personas mayores, tengan o no patologías.
Durante la actividad, los y las residentes han tenido la oportunidad de interactuar con Tomo y Tet, quienes se han convertido en los protagonistas de la tarde. Estas sesiones están diseñadas para fomentar la interacción entre las personas y los animales de intervención, creando vínculos emocionales que proporcionan numerosas ventajas como por ejemplo la reducción del estrés, el aumento de la autoestima y la mejora del estado de ánimo de los residentes.
“La sesión de terapia canina con Ilerkan ha estado muy enriquecedora para los y las residentes”, declara Tània Ferro, trabajadora social de CleceVitam Ponent. “La respuesta del grupo de personas que ha podido participar ha estado extremadamente positiva: con una atención costando hacia Tom, el perro que ha venido a acompañarnos. Sin apartar la mirada de él ni un segundo, mostraban mucha alegría y ganas de interaccionar con él”, añade.
Además, se ha demostrado que estas intervenciones pueden mejorar la movilidad física, puesto que el contacto con un perro invita a los usuarios a jugar con él, estimula actividades motrices concretas para mimarlos, al mismo tiempo que trabaja su coordinación, autonomía y capacidad de atención. De este modo, los perros devienen un puente de comunicación entre el terapeuta y los residentes durante las sesiones, ayudándolos a expresar las emociones de manera más abierta; estimulando las habilidades sociales, como la empatía, el respeto y la comunicación; y también activando la memoria y el sentido de la responsabilidad.
“Yo tuve una que se decía Cuqui”, “Yo, una que se decía Perla”. Estas eran algunas de las frases que se escucharon durante la sesión. En este sentido, Hierro detalla que “a la vez que disfrutaban cuidando a Tomo, durante la sesión hemos hecho mucha reminiscencia, evocando recuerdos del pasado y recordando aquellos animales de compañía que habían tenido con anterioridad”.
Particularmente, la usuaria Teresa Ortija señala que “Tomo es muy guapo, nos ha gustado mucho poderlo tocar y jugar con él”. También comparte que “es muy interesante ver cómo están tan bien enseñados: hay un gran trabajo detrás y muchas horas invertidas para que aprendan todo el que hacen”. Por otro lado, Maria Tesesa Lladós agradece la organización de la actividad a las profesionales de la residencia, aduciendo que “ha sido una actividad muy bonita. Quered a los animales, porque si los queréis a ellos, querréis también a las personas”.
Y es que cada vez más, los perros tienen un papel más importante en el ámbito terapéutico y sanitario, puesto que son animales muy sociables, familiares, que proporcionan estímulos multisensoriales y tienen una gran capacidad para interaccionar con las personas. Así, la terapia con perros se ha convertido en una referencia entre los tratamientos no farmacológicos.
Con todo, la trabajadora social de CleceVitam Ponent afirma que “ha sido una actividad muy bonita y todo el mundo ha quedado con muchas ganas de repetir”. Es por eso que el centro residencial pone en práctica esta actividad semanalmente, con grupos diferentes, para que todos que lo deseen, puedan disfrutar al máximo de esta experiencia compartida con animales, que fomenta el envejecimiento activo y su bienestar físico, psicológico y emocional. A la vez, también tiene previsto implementar otras iniciativas que reflejen los deseos de sus residentes, en congruencia con su filosofía de atención personalizada y actividades significativas, para hacer que su estancia a la residencia los haga sentir como casa.