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Estas terapias persiguen objetivos como el fomento de la actividad física, la disminución de la ansiedad o el estrés, la mejora del estado de ánimo, el desarrollo de la socialización, la reducción de conductas agresivas, la potenciación de la confianza o la activación de la memoria.
Según estudios recientes, la convivencia con un animal hace que, hasta en el 75 % de los casos, las personas mayores reduzcan diferentes problemas de salud que afectan a su estado físico, mental y emocional, convirtiéndose en un vehículo eficaz para disminuir sentimientos como el estrés o la soledad o bien para incentivar su fortaleza física, al reducir los niveles de sedentarismo que suelen darse en estas edades.
Durante los últimos años, se han desarrollado con mayor asiduidad las terapias asistidas con perros entre ancianos, que suelen realizarse tanto en residencias como, incluso, en aquellos domicilios de personas que viven solas y reciben una atención domiciliaria. Por ello, La Cátedra Animales y Sociedad de la URJC pone en valor la importancia de la relación entre las personas mayores y los animales y explica en qué consisten estas terapias, que suelen realizarse con personas que ya poseen un cierto grado de dependencia.
“Los vínculos afectivos y de apego con los animales de familia son una parte importante de nuestro bienestar y una fuente de enormes beneficios a nivel físico, psicológico y emocional, una situación que se incrementa entre las personas de la tercera edad, al tratarse de una etapa vital de desapegos forzosos en la que amigos o familiares van falleciendo o se alejan y en muchos casos se limita la vida social, así como una época en la que la salud va deteriorándose y actividades que antes se realizaban con naturalidad, comienzan a resultar más dificultosas. Por ello, estas terapias, realizadas fundamentalmente con perros, están demostrando mejorar la calidad de vida de los mayores, fomentando un envejecimiento activo entre este colectivo", explica Nuria Máximo, directora de la Cátedra Animales y Sociedad.
De esta forma, en un país que actualmente cuenta con más de 9 millones de personas mayores de 65 años, la interacción con estos animales se ha convertido en un recurso terapéutico cada vez más utilizado en las residencias de mayores, tratándose de un estímulo social que rompe la monotonía del día a día de los ancianos mientras ayuda a mejorar su salud física y emocional, facilitando las relaciones sociales y el bienestar con ellos mismos, así como la sensación de pertenencia e integración en su comunidad. Además, este tipo de experiencias mejoran la calidad de vida de nuestros mayores por el vínculo emocional que se establece con los animales, reforzando el beneficio de otras terapias y tratamientos acordes a la tercera edad.
Estas terapias asistidas con perros, especialmente recomendables en pacientes con demencia, en aquellos que padecen enfermedades crónicas o que sufren un desacondicionamiento físico, persiguen diferentes objetivos, entre los que destacan el fomento de la actividad física y la mejora de la movilidad en aquellas personas que tienen la función motora afectada, la disminución de sentimientos como la depresión o la ansiedad o la relajación del ritmo cardíaco y la presión arterial, la mejora del estado de ánimo y la concentración, el desarrollo de la socialización y el refuerzo de la comunicación afectiva y lúdica, la reducción de ciertas conductas agresivas y otros problemas de comportamiento, la potenciación de la confianza, o la activación de la memoria.
“Estas actividades se realizan con perros de terapia preparados y seleccionados específicamente para integrarse dentro de un programa terapéutico o educativo; por lo que son animales entrenados para poder llevar a cabo este tipo de tareas, con una constitución y edad apropiadas y con aptitudes y habilidades adecuadas y que, además, son felices con estas interacciones, lo que contribuye a mejorar, en consecuencia, la salud y bienestar de los participantes. Sin duda, se ha demostrado que la presencia del can consigue llenar los huecos emocionales que suelen darse durante esta etapa vital, elevando la autoestima de nuestros mayores y favoreciendo también el desarrollo de los sentidos al aportar estímulos táctiles, visuales y auditivos”, subraya la directora de la Cátedra Animales y Sociedad.
Cabe recalcar que estas terapias abarcan diversos tipos de actividades, que dependerán del proceso de la intervención con la persona y la función que se pretenda conseguir. Por esta razón, habrá acciones que persigan un fin lúdico, otras que perseguirán fomentar las funciones cognitivas, sensoriales o físico motoras, estando relacionadas con el esquema y la postura corporal o la rehabilitación psicomotriz, o terapias orientadas a la memorización o descripción de secuencias, órdenes y ejercicios.
“La mayoría de países del mundo están experimentando un incremento tanto de la cantidad como de la proporción de personas mayores en la población. Se estima que, en el año 2030, una de cada seis personas en el mundo tendrá 60 años en adelante, mientras que, en 2050, la población mundial de personas mayores se habrá duplicado hasta llegar a los 2000 millones. Por tanto, es necesario crear y aplicar estrategias terapéuticas que contribuyan a conseguir un envejecimiento saludable, como es el caso de la terapia asistida con animales, que se han convertido en un método más que aceptado en el sector del cuidado de las personas de la tercera edad por su gran beneficio en ayudar a mejorar la vida de nuestros ancianos”, recalca Nuria Máximo.
Por ello, resulta fundamental preservar el valor de estos perros y apoyar su participación en programas de terapia y asistencia con respecto a personas con dificultades físicas, cognitivas, emocionales o sociales; una tarea que desarrollan desde la Cátedra Animales y Sociedad a través de sus programas de intervención asistida con animales en diversos colectivos como personas con diversidad funcional, jóvenes en situación de vulnerabilidad, reclusos de centros penitenciarios o mujeres víctimas de violencia de género.