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La soledad, el aislamiento social y la depresión suelen caracterizar a un gran número de personas mayores que no reciben una adecuada atención sociosanitaria y que son víctimas de actitudes discriminatorias por su edad.
Según los más recientes datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), España registró en 2022 un nuevo máximo de envejecimiento del 133,5%. Es decir, que se contabilizan ya 133 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. Una cifra que supone el mayor crecimiento desde 1999, un 4,4%, lo que representa el mayor envejecimiento poblacional del país en 23 años. Más aún, en 2030 la generación del baby boom va a alcanzar la edad de la jubilación con el previsible envejecimiento exponencial de la población. Dentro de diez años, según el INE, las personas mayores de 64 años constituirán más del 25% de la población total del país.
Si bien estos indicadores reflejan que las personas mayores tienen un papel cada vez más activo en la sociedad, donde su presencia y peso va en aumento, todavía se enfrentan a formas de discriminación. “El envejecimiento es una etapa natural fisiológica en la evolución del ser humano que implica una serie de limitaciones físicas, pero estas no siempre son incapacitantes. Aún así, en nuestra sociedad aspectos psicológicos y el sociales adquieren a veces relevancia por la presencia de importantes signos de discriminación, lo que ahora se conoce como edadismo. Esta discriminación es, a menudo, aún más incapacitante que las limitaciones naturales propias de la edad”, explica Andrés Barreiro, médico en la residencia DomusVi de Barreiro, en Vigo.
En este contexto, los expertos y profesionales de DomusVi reivindican una atención profesionalizada como medida para hacer frente a esas formas de discriminación. “Nuestros mayores son más longevos, gozan de una mejor salud y tienen la capacidad y las ganas de interactuar más con su entorno social, de ganar más presencia”, razona Barreiro quien advierte que, “considerar a los mayores en forma global como grupo vulnerable ya los coloca en un escalón por debajo de los demás y es una primera forma de discriminación”.
El médico de la residencia de Barreiro sitúa en la soledad y el aislamiento las principales causas de discriminación social de los mayores. “Las personas mayores sufren diferentes formas de edadismo, como es el caso de muchas personas que viven solas o aisladas de su entorno social. En España se calcula que hay 2 millones de mayores viviendo en esas condiciones, con una fuerte presencia de mayores de 80 años, que suman unas 800.000 personas. Muchas de ellas, cuando llegan a nuestros centros, vienen de situaciones de aislamiento, con cuadros depresivos debidos a carencias afectivas y sociales, a los que, a veces, pueden sumarse otros factores como malnutrición, falta de higiene, problemas de movilidad y otras patologías”.
Un dato que destacan los expertos de DomusVi es la creciente incidencia en el uso de antidepresivos por parte de las personas mayores en el momento de ingresar en una residencia. “Si hace cinco años las personas que tomaban antidepresivos al ingreso de nuestros centros no superaban el 40%, hoy superan ampliamente el 70%. Es decir, más de 7 de cada 10 mayores tienen un diagnóstico y tratamiento de depresión. Nuestra misión es contribuir a que dejen de necesitar dichos tratamientos”.
En los centros DomusVi, los profesionales trabajan por el bienestar físico y emocional de sus residentes y usuarios, con el fin de que recobren una normal actividad social a través de actividades, terapias y un cuidado esmerado. “Vienen de entornos en los que aspectos como su socialización, el diálogo y muchas de sus necesidades básicas han sido menoscabados. Son víctimas de una sociedad edadista que a menudo los ha arrinconado y aislado”, detalla Barreiro que pone en valor no sólo las residencias, sino también “otros servicios que proporcionamos a nivel de seguimientos y cuidado, como son la ayuda a domicilio o la teleasistencia”.
En esta línea, existe una necesidad global de incrementar los equipos de profesionales del cuidado sociosanitario, tal y como revela el reciente “Informe Social Mundial 2023: no dejar a nadie atrás en un mundo que envejece”, publicado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (DESA), que advierte que el número de personas mayores de 65 años se habrá más que duplicado en 2050.
“En los próximos años tendremos una gran cantidad de personas mayores con más autonomía y esperanza de vida, que deberán recibir cuidados a la medida de sus necesidades para seguir siendo protagonistas, e incluso decisores, en sus núcleos sociales. Unos séniors activos y conscientes de que la suya es una edad que brinda muchas posibilidades y espacios para seguir desarrollándose. Nuestra cultura del cuidado deberá seguir yendo en esa dirección y siendo un elemento clave para combatir la discriminación”, apostilla Andrés Barreiro.