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El envejecimiento produce cambios funcionales y estructurales en la piel que favorecen la xerosis y dermatoporosis, dolencias cutáneas frecuentes que se ven afectadas por el sol en verano
La toma de consciencia sobre los efectos nocivos de la radiación solar ha motivado que cuidemos más nuestra piel. Sin embargo, el impacto del verano sobre nuestra dermis y epidermis va más allá de la exposición a los rayos UV. Y es que las altas temperaturas y la deshidratación también dejan huella, sobre todo en las personas mayores, cuya piel es extremadamente sensible.
“Esto es así porque el envejecimiento produce cambios funcionales y estructurales en la piel”, puntualiza Carlos Lorenzo, enfermero de Essity. Algunos de ellos son la pérdida de propiedades mecánicas de la piel como la elasticidad o la firmeza, el adelgazamiento de la dermis y la epidermis, la sequedad cutánea o el deterioro de la red vascular que contribuye a la regeneración cutánea. En consecuencia, “durante el verano algunas dolencias cutáneas asociadas a roturas de la piel como la xerosis o dermatoporosis son más frecuentes”, especifica.
A estas patologías se suma el hecho de que las personas mayores son especialmente vulnerables a las quemaduras por radiación, por lo que “deben evitar la exposición solar directa y refugiarse en la sombra. También es fundamental hidratarse bien, llevar ropa adecuada para evitar la radiación, como sombreros o gafas de sol, y aplicar crema con factor de protección solar 30 o superior que filtre la luz UVB y UVA unos 50 minutos antes de salir a la calle”, detalla.
Para evitar las lesiones cutáneas asociadas al verano, “la piel de una persona mayor requiere una buena higiene diaria, lo que significa tener la piel limpia, hidratada y seca”, enfatiza Carlos Lorenzo. “Esta limpieza consiste en retirar la suciedad de la piel derivada de restos de productos aplicados sobre ella, de la descamación de las células epiteliales, del exceso de colonias bacterianas, polvo y fibras de ropa”.
Para ello se pueden utilizar “productos especializados para el cuidado y la higiene de la piel, como los de TENA ProSkin, que no requieren aclarado y mantienen el pH natural de la piel”, ejemplifica Carlos Lorenzo. Esto permite eliminar el olor, la suciedad y respetar el factor natural hidratante (FNH), también llamado manto hidrolipídico o microclima cutáneo. Una protección certificada por la Skin Health Alliance, entidad especializada en acreditaciones dermatológicas de productos, servicios y marcas a nivel internacional.
“Utilizar demasiado jabón no mejora los cuidados de la higiene de una piel senil, sobre todo cuando no realizamos aclarado y puede ser contraproducente al alcalinizar la piel y generar sequedad, o potenciar alteraciones de la piel si no se retira adecuadamente el exceso de jabón y se queda en los pliegues”, explica el enfermero de Essity. “Es un error similar al que cometemos al aplicar una cantidad abundante de crema en zonas de pliegues o repliegues cutáneos, añade. Por eso la recomendación de los expertos es evitar los jabones con gran poder antibacteriano y, en su lugar, optar por jabones y sustancias limpiadoras con un potencial irritativo bajo, que no eliminen el sebo de la piel.
En el caso de lesiones cutáneas asociadas al verano como la xerosis, que es la sequedad de la piel, se deben utilizar productos suaves, como manoplas húmedas o toallitas sin aclarado, y prescindir de los jabones espumantes que retiran el sebo del manto hidrolípico de la piel y la desprotegen ante cualquier pequeño traumatismo por la pérdida de elasticidad. “También es esencial la hidratación, tanto interna mediante la ingesta de agua, como a través de cremas humectantes de fácil absorción, a ser posible con vitamina E”, recomienda el enfermero.
Por otro lado, la dermatoporosis, que engloba las manifestaciones de la insuficiencia cutánea crónica, es consecuencia de la foto-exposición a lo largo de la vida. Suele detectarse en los miembros superiores e inferiores, aunque también puede localizarse en la cara o en la zona del escote. Para prevenir su avance y evitar lesiones como las laceraciones o los desgarros cutáneos en personas mayores de 60 años, “es recomendable limpiar la piel con productos a base de lípidos, como las manoplas húmedas o toallitas impregnadas de crema 3 en 1 que limpian, protegen y restauran la piel, y realizar tratamientos activos con retinoles, vitamina C y E o ácido hialurónico para hidratar la piel”, explica Carlos Lorenzo.