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Artículo de opinión de Neftalí Muñoz Sánchez-Quintanar, trabajador social en la residencia y centro de día Monteparís Mayores y diplomado en Trabajo Social y Máster en Bienestar Social.
Los trabajadores sociales a lo largo de muchos años han trabajado para dar respuesta a las necesidades, especialmente materiales, de las personas más vulnerables de la sociedad. Pero, en la actualidad, vamos mucho más allá: el Trabajo Social interviene en demandas muy variadas de toda la población, con independencia del nivel económico o de otras consideraciones y, sobre todo, en la atención a las personas mayores.
El trabajo en el campo del envejecimiento es fundamental actuelamnte, ya que el crecimiento de la esperanza de vida de las personas, unida a la dependencia a nivel funcional y cognitivo por la edad o distintas enfermedades, hace imprescindible que trabajemos por mantener una calidad de vida óptima, lo que hace que un trabajador social en una residencia de personas mayores sea fundamental.
Nuestra labor principal es acompañar día a día a las personas, prestando un apoyo que vaya acorde con las necesidades de la persona residente, dejando atrás el paternalismo y empoderando a la persona para que siga tomando decisiones por sí misma o por representación. Debemos tener en cuenta que no podemos ni debemos juzgar a la persona por sus hábitos o por su condición.
En una residencia somos el primer profesional de referencia que tiene la persona residente o su familia, y los acompañamos en todo el proceso: desde la toma de decisión hasta el proceso de acogida.
A la hora de realizar un ingreso, es muy importante tener en cuenta el gran cambio que supone en las vidas, tanto de la persona mayor como de su familia. Hay que estar a su lado durante el proceso.
La intervención social se realiza a nivel individual con la persona mayor, pero también a nivel familiar (en muchas ocasiones es más difícil para la familia el ingreso en una residencia que para la propia persona residente).
En este sentido, es muy importante que la persona mayor y/o la familia visite el centro tantas veces como necesite, con el objetivo de conocer el modelo de atención que se desarrolla en el centro y las herramientas con las que trabajan los profesionales. Sólo así tendrán la seguridad de que han tomado la decisión acertada.
Por el mismo motivo, es imprescindible que la propia persona que ha tomado la decisión de ingresar en una residencia visite varios centros, se informe y documente de cómo se trabaja en el mismo y, finalmente, elija el que mejor encaja con su personalidad y necesidades.
Cada vez se están poniendo en marcha proyectos como Monteparis Mayores, en el que se fomenta que personas totalmente autónomas e independientes con más de 65 años, puedan beneficiarse de un entorno en el que están activos acompañados de profesionales que les ayudan en el día a día.
El día a día de un trabajador social en una residencia puede variar. Sin embargo, en general, realizamos las siguientes funciones:
El trabajo social es, sin duda alguna, una profesión vocacional. Y es de vital importancia destacar su relevancia: trabajar con personas y estar a su lado y ayudarles autorrealiza y hace sentir muy útil en esta sociedad tan cambiante.
Además, el trabajo social es una profesión que está dirigida por personas y para personas, donde el componente y la calidad humana no puede verse suplantada por ninguna máquina.
Tribuna de opinión publicada en la revista.