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Un artículo de Valentín Sánchez, director de aplicaciones de Diversey.
Hace un año y medio nos sorprendió la pandemia. De repente todos nos familiarizamos con términos como coronavirus, virus encapsulados y virucidas. Nos empezamos a preocupar por cuánto tiempo podían sobrevivir los microorganismos sobre las superficies y nos acostumbramos al uso frecuente de geles hidroalcohólicos y a seguir los protocolos de limpieza de manos.
En el ámbito de la limpieza profesional se empezó a prestar atención a la eficacia de los desinfectantes, a sus registros y se exigió que estuvieran en los listados oficiales de productos virucidas.
Una vez que llegó la reapertura se mantuvo el uso de estos productos. No podíamos bajar la guardia, el virus ha demostrado ser un enemigo duro de batir y hemos seguido preocupados por utilizar productos con eficacia virucida demostrada para la eliminación de virus en nuestros establecimientos.
¿Qué ha pasado con los microorganismos que nos preocupaban antes de marzo de 2020? Pues siguen estando ahí. Listeria, salmonella y otros virus y bacterias que antes preocupaban a los responsables de la limpieza de los negocios no han desaparecido por la pandemia. Y, es más, si no prestamos atención corremos el riesgo de que nos den desagradables sorpresas.
Recordemos que, según los estudios de resistencia de microorganismos a los desinfectantes de superficies, los virus encapsulados, familia a la que pertenece el SARS-CoV-2, son los más fáciles de eliminar mediante el uso de desinfectantes. Por tanto, el uso de un producto que solo ofrezca efectividad virucida frente a virus encapsulados no nos asegura en absoluto la eliminación de otros patógenos que pueden estar presentes en los establecimientos.
Es importante comprobar que los desinfectantes que se utilizan son efectivos contra los patógenos que pueden afectar a las instalaciones. Bacterias, hongos, levaduras o esporas siguen siendo un riesgo para dichas instalaciones.
Hay que recordar que la desinfección no es eficaz si no está acompañada de una limpieza adecuada de las superficies que estamos tratando. De nada sirve aplicar el mejor de los desinfectantes si no se ha realizado una limpieza eficaz previamente. La suciedad puede servir de barrera para los desinfectantes, interferir en su modo de acción y acelerar el crecimiento de la suciedad en las superficies en las que se encuentra.
La limpieza y desinfección de superficies puede realizarse en dos fases con la utilización de un detergente y posteriormente un desinfectante, o con el uso de un detergente desinfectante, un producto que ha sido registrado de esta manera, para permitir realizar las dos tareas en un solo paso.
Diversey ofrece una amplia gama de detergentes desinfectantes registrados para los distintos ámbitos de aplicación, hospitalario, ambiental y/o alimentario. La gama Oxivir ofrece, además de una eficacia comprobada contra todo tipo de virus y un amplio espectro de otros microorganismos (incluidas esporas), unos tiempos de contacto realistas que permiten asegurar una desinfección efectiva. Este producto, a las dosis recomendadas de uso, puede utilizarse sin necesidad de equipos de protección personal, al no estar clasificado como peligroso, y es compatible con la mayoría de los materiales presentes en hoteles, restaurantes y centros asistenciales. Además, su materia activa desinfectante, peróxido de hidrógeno, se descompone en agua y oxígeno, con lo que se reduce la emisión de biocidas a las aguas residuales.
En definitiva, que el árbol de la pandemia (aunque sea un gran árbol) no nos impida ver el bosque de patógenos que todavía nos acechan.