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Durante la Ponencia de estudio sobre el proceso de envejecimiento en España, constituida en el seno de la Comisión de Derechos Sociales.
El presidente de la Comisión de Envejecimiento Activo del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), Álvaro García Bilbao, trasladó este miércoles en el Senado la “perplejidad y encono” que le causaron la aparición y aplicación de “protocolos sanitarios que directamente excluían del ingreso en las UCI a las personas mayores en función de la edad y por el hecho de tener discapacidad, en aras a primar la supervivencia de aquellas otras que, supuestamente”, tenían más opciones de sobrevivir.
Estos hechos, que tuvieron lugar “de forma concreta en dos Comunidades en el momento más álgido de la pandemia”, aún “no han merecido la más mínima reflexión ética, moral o política”, se lamentó ante la Ponencia de estudio sobre el proceso de envejecimiento en España, constituida en el seno de la Comisión de Derechos Sociales.
A su juicio, esta falta de reflexión pone de manifiesto una “deuda social con el colectivo de personas con discapacidad mayores” y genera la duda de “si, llegada la ocasión, no se volverían a aplicar” las mismas directrices discriminatorias.
Por ello, García Bilbao reclamó que, en cualquier acto médico, cada caso sea valorado “individualmente, con criterio exclusivamente clínico, psicológico y social”. “Los criterios de priorización deben ser objetivos, éticos y trasparentes, aplicarse equitativamente y hacerse públicos si fuera necesario”, recalcó.
Por otro lado, destacó “el deterioro en la salud física y mental” de las personas mayores y con discapacidad fruto de las restricciones y medidas de seguridad impuestas por la pandemia.
En líneas generales, estas han visto empeorar su acceso a una alimentación de calidad, a los cuidados, al ejercicio físico y a las relaciones sociales, por lo que exigió “protocolos e itinerarios específicos” para cuando estas personas reciben el alta hospitalaria, incrementar el número de profesionales especializados en su atención y la puesta en marcha de recursos sociosanitarios innovadores capaces de dar solución a sus distintas necesidades.
Según García Bilbao, las consecuencias derivadas de la pandemia han supuesto un aumento de la percepción de soledad no deseada entre las personas mayores, fruto muchas veces de la falta de compañía en los hospitales, en las residencias y en sus domicilios.
“Esta soledad no deseada supone uno de los principales riesgos para el deterioro de la salud”, dijo citando a la OMS, y reclamó un “plan nacional urgente” contra esta situación, que ayude a detectar casos y a ofrecer un tratamiento ajustado a cada persona.
Por último, subrayó el papel positivo que las tecnologías de la comunicación pueden tener en la calidad de vida de las personas mayores, y puso como ejemplo el consuelo que las videoconferencias trajeron a muchas personas aisladas en el hospital o en las residencias.