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Como servicio esencial que atiende a 4 millones de pacientes, sus establecimientos abrieron desde el inicio del estado de alarma, pero la falta de recetas y el confinamiento redujo su actividad en un 95% y el cúmulo de pérdidas arrastrado hace peligrar ahora su viabilidad económica si el Gobierno no lo remedia
En España hay 4 millones de pacientes crónicos de ortopedia, usuarios que dependen de una prótesis, una silla de ruedas o una ayuda técnica para mantener su autonomía. Por esta razón, el Gobierno lo tuvo claro desde el principio: la ortopedia, como sector sanitario de primera necesidad, debía permanecer dando servicio a los usuarios (Decreto Ley 10/2020, de 29 de marzo) y así ocurrió. Los profesionales ortoprotésicos aceptaron con compromiso y orgullo este encargo, por el bien de sus pacientes. Pese a los riesgos de contagio, a sabiendas de que no sería rentable mantener sus centros operativos y con la confianza de que el Ejecutivo pondría en marcha medidas y contrafuertes específicos para proteger una actividad que da trabajo a más de 20.000 personas en nuestro país.
Sin embargo, a pesar de haber permanecido en primera línea, estos establecimientos, no han podido acogerse a ningún tipo de ayuda. En el caso de los ERTE, han quedado fuera de la vía de fuerza mayor, precisamente por ser un servicio esencial y permanecer abiertos, “es una contradicción, nos requieren como servicio esencial pero después no dejan a nuestra suerte”, se queja Pablo Pérez Aragundi, presidente de la FEDOP.
Por esa misma razón -la de ser un servicio esencial-, las ortopedias tampoco han podido solicitar la moratoria de pago en los seguros sociales, así como a una infinidad de subvenciones. Y es que no existe ninguna medida extraordinaria especial dispuesta para el sector sanitario que haya ofrecido sus servicios durante la crisis.
En los últimos dos meses la actividad de las ortopedias ha caído en torno al 95%, con una media de atención diaria de 2 pacientes, según un estudio realizado por la Federación Española de Ortesistas y Protesistas (FEDOP). El motivo principal para esta brusca caída se debe en primer lugar a la falta de recetas ortoprotésicas, por una atención especializada que ha funcionado a medio gas; y en segundo lugar por el confinamiento y el miedo a salir de los propios pacientes que, aún necesitando de su ortopeda, han pospuesto su visita. Poco a poco, y con la desescalada en algunas comunidades autónomas, se comienza a notar un ligero y tímido repunte en la afluencia. Pese a todo, las pérdidas acumuladas en las últimas semanas han provocado un agujero de 60 millones de euros en el sector.
Pese a las acciones de alivio económicas acometidas -ERTE económicos y petición de préstamos al Instituto de Crédito Oficial (ICO)- está en peligro la continuidad de muchas ortopedias españolas, que son realmente fundamentales para sus pacientes.
Por eso, desde la FEDOP piden al Gobierno que active medidas concretas para el sector -compuesto en su mayoría por pymes y micropymes - “Hemos abierto para dar servicio a los pacientes durante la crisis porque nos necesitaban, no queríamos dejar en la estacada a personas con discapacidad que de por sí son más vulnerables. Pero si seguimos así vamos a tener que cerrar” alerta Pablo Pérez Aragundi, presidente de la Federación.