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Organizar unidades de oncogeriatría para valoraciones integrales y evitar los infra diagnósticos motivados por la edad son dos de las prioridades que la geriatría demanda en el Día del Cáncer 2020, el 4 de febrero.
A lo largo de este año, más de 123.000 adultos mayores van a ser diagnosticados de una enfermedad oncológica en nuestro país de acuerdo con los estudios demográficos de Naciones Unidas que prevé 246.713 casos nuevos de cáncer; la mitad se manifestarán en pacientes mayores de 70 años.
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología aboga por buscar una atención multidisciplinar para el adulto mayor y una correcta vertebración de unidades de oncogeriatría con lo que se conseguiría una valoración geriátrica integral. Es importante también detectar a pacientes prefágiles y frágiles que se pueden encontrar en situaciones de vulnerabilidad reversible y destacable también la necesidad de evitar los infra diagnósticos motivados por la edad o los tratamientos demasiado tóxicos en ancianos frágiles.
En cuanto a la correcta vertebración de estas unidades oncogeriátricas es necesario que se den, de forma equitativa, en todo el territorio estatal. Hay que favorecer el acceso del adulto mayor con enfermedad oncológica a una atención más centrada en la mejora y, al mismo tiempo, mejorar la eficiencia en la atención del sistema público de salud, afirma Francisco Tarazona, vocal de la Junta Directiva de la SEGG.
En la actualidad, la implantación de las unidades de oncogeriatría, señala, es desigual en el territorio español. Según María José Molina, miembro del Equipo de Liderazgo de la SEGG, “junto a la problemática de la alta incidencia de cáncer, los ancianos con diagnóstico de cáncer suelen presentar multitud de déficits en distintos dominios de la Valoración Geriátrica Integral (VGI).” El anciano oncológico presenta déficits funcionales, nutricionales, cognitivos, anímicos y de tipo social, síndromes geriátricos, comorbilidades severas y otras condiciones, sobre las que es preciso intervenir para mejorar la tolerancia al tratamiento antitumoral.
“Es muy importante avanzar en la investigación en oncogeriatría, estimular la creación de ensayos clínicos específicos para ancianos, y alentar al paciente a participar en los mismos”, afirma. “Otro aspecto que preocupa en la atención al anciano con cáncer es el riesgo, por un lado, de que sea infradiagnosticado o infratratado por el mero hecho de su edad y, por otro, que reciba un tratamiento que le resulte demasiado tóxico”, concluye Molina.
La SEGG considera que algunos puntos claros de mejora son las campañas de información para la población con programas divulgativos que hagan entender al anciano y a sus familiares cuáles son los signos de alerta para contactar con profesionales; un análisis profundo para redefinir la edad límite de participación de individuos en las campañas de cribado de determinados tumores y la creación de programas específicos de formación en oncogeriatría para conseguir la mejor atención a estos pacientes.