Empresas Premium
Los trastornos psiquiátricos son un factor de riesgo importante para el desarrollo de discapacidad funcional en las personas mayores, según la última edición de la Cátedra Orpea en Paciente Anciano.
Mantener un estado de salud mental adecuado es esencial para conseguir mayor calidad de vida y bienestar en todas las etapas vitales, pero especialmente en la vejez. Las tres cuartas partes de las personas mayores envejecen bien, pero también es cierto que según datos de la OMS, alrededor de entre el 20 y el 25 % de las personas mayores de 65 años desarrollan una enfermedad mental. Así se puso de manifiesto en la última Cátedra Orpea en Paciente Anciano “Estrategias de las principales patologías psiquiátricas en el anciano”, que tuvo lugar en el Hospital HM Sanchinarro (Madrid) y en cuya organización participó la Clínica López Ibor, división de Salud Mental de Orpea Ibérica.
Durante la inauguración, la directora Sanitaria de Orpea, Victoria Pérez, subrayó que “el abordaje multidisciplinar en las enfermedades mentales del anciano es fundamental para un mejor manejo de las mismas y para mejorar la calidad de vida del mayor. Hay que realizar una prevención activa de las alteraciones comportamentales que surgen a lo largo de la vida, muchas veces provocados por la pérdida de autonomía, discapacidades físicas, psíquicas, enfermedades crónicas, soledad y a la disminución de las habilidades sociales”.
En su intervención, la coordinadora del Equipo de Psicólogos de la Clínica López Ibor, Beatriz Mora, destacó la importancia de “cuidar la salud mental para fortalecer las debilidades que van a surgir en la propia vejez” y “prolongar la calidad de vida ante los años, con una actitud proactiva y positiva”.
Y es que los trastornos psiquiátricos son un factor de riesgo importante para el desarrollo de discapacidad funcional. Las personas mayores que los sufren son más proclives a padecer enfermedades crónicas y a tener limitaciones en sus actividades diarias, en comparación con personas más jóvenes.
Las patologías psiquiátricas más prevalentes en las personas mayores son la ansiedad, la depresión, el trastorno neurocognitivo (demencia), el delirio y el brote psicótico, indicó la psiquiatra de Clínica López Ibor y la Unidad de Psicogeriatría de Orpea Villanueva de la Cañada, Zulima Jiménez. Prevenir y tratar correctamente estos trastornos es fundamental para conseguir un mayor bienestar y calidad de vida en las personas mayores y evita complicaciones en la salud. Además, la doctora Pérez insistió en que “el deterioro neurobiológico y cognitivo asociado al envejecimiento requieren de intervención y tratamiento de manera conjunta a la sintomatología psiquiátrica”.
Uno de los principales inconvenientes es la detección de estas patologías, ya que, en ocasiones, se considera erróneamente que se trata de un estado asociado al proceso normal de envejecimiento. Nada más lejos de la realidad. Por eso, para abordar correctamente estos trastornos, es clave la formación de los profesionales que asisten a estas personas mayores. Así lo aseguró la directora Sanitaria de Orpea: “La formación y capacitación de los profesionales es fundamental para poner en práctica estrategias eficaces de tratamiento y asistencia”.
Entre las estrategias para prevenir algunos trastornos mentales, Beatriz Mora recomendó llevar unos hábitos saludables (actividad física, alimentación equilibrada, participación en actividades positivas…), la prevención primaria y la psicoeducación e intervención con el contexto sociofamiliar.
Por su parte, la neuropsicóloga de Clínica López Ibor, Ana Gómez, también explicó que, para una atención eficiente y de calidad, son precisos protocolos específicos que deben comprender una detección de los síntomas, mediante un análisis y evaluación integral desde el aspecto neuropsicológico, psiquiátrico y terapéutico. A partir del diagnóstico, “se formularán las claves del tratamiento, con la planificación de los objetivos y las necesidades que se deben cubrir, tanto en el aspecto del deterioro, la propia enfermedad y las consecuencias emocionales derivadas en la persona”, concluyó Ana Gómez.