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Luis Rojas Marcos y Eduardo Jáuregui hablaron de cómo fomentar una actitud positiva en el trabajo y sobre cómo utilizar el humor positivo como vía para disminuir el estrés y potenciar el buen desarrollo profesional.
El optimismo y el humor positivo son dos aspectos motivacionales fundamentales para el desempeño profesional del Trabajo Social, una profesión sometida a una fuerte carga emocional. Esa es la principal conclusión de las III Jornadas de Amavir Madrid que se han celebrado en la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense y a las que acudieron más de 600 personas para descubrir “Una visión optimista del trabajo social”.
A través de una serie de conversaciones con la decana de la Facultad de Trabajo Social, Aurora Castillo, el prestigioso psiquiatra Luis Rojas Marcos destacó la importancia de esta profesión para las familias, los enfermos y los sectores conflictivos y más desfavorecidos: “se trata de profesiones que no solo previenen o curan, sino que van más allá, tratan con las personas, las conocen y las acompañan para aumentar su calidad de vida a través de la comunicación -verbal y no verbal- y la empatía”.
En este sentido, Rojas Marcos señaló que para persuadir, convencer, transmitir y transformar las actitudes y las pautas de comportamiento de los pacientes, “el trabajador social ha de reforzar capacidades como el autocontrol y la autoestima, fundamentales en el desarrollo de una actitud optimista ante la vida”.
Para ello, el reconocido psiquiatra facilitó a los asistentes las claves para conocer su grado de optimismo y les recordó que se trata de una actitud que, aunque tiene tintes culturales, pues “en el mundo anglosajón se glorifica el optimismo y la felicidad y en el mundo latino el valor de la queja es un instrumento de comunicación”, principalmente depende de tres factores fundamentales de la persona: la memoria, la esperanza y el estilo explicativo. En efecto, “los recuerdos de la vida, pensar que lo que deseamos va a ocurrir y nuestra forma de explicar las cosas son los elementos que fomentan la tendencia del optimista a solucionar problemas y a localizar el centro de control dentro de sí mismos”.
En la misma línea, el psicólogo social Eduardo Jáuregui analizó cómo la risa como emoción disminuye el estrés y potencia el buen humor, también en un trabajo donde “el profesional desciende hasta lo más profundo de la persona, donde muy pocos se atreven a llegar”. Para demostrarlo, realizó una serie de atractivas dinámicas en las que participaron todos los asistentes a las jornadas y en las que hubo diversión y un aprendizaje activo de lo que el propio Jáuregui considera “humor positivo”.
A través de estos ejemplos prácticos, el prestigioso psicólogo confirmó los efectos cognitivos y sociales del sentido del humor: “una emoción positiva conlleva un pensamiento flexible y creativo, una ampliación de la atención, una mejor toma de decisiones, y una cercanía social… una complicidad que nos hace ser más generosos con los demás”.
Además, Jaúregui recordó que la risa tiene efectos positivos en la salud mental de las personas y reduce las emociones negativas, de manera que “favorece el buen desempeño profesional para con los pacientes y entre los compañeros”. Por ello, insistió en que “todos podemos desarrollar el sentido del humor porque todos hemos sido niños y todos sabemos jugar” e invitó a todos los asistentes a potenciarla en su vida diaria porque se trata de una actitud que “con la práctica se puede mejorar”.