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Las cargas emocionales en el cuidador de una persona mayor con un nivel alto de dependencia se reducen cuando ésta ingresa en una residencia geriátrica. Grupo Adavir recomienda no permitir situaciones extremas, en especial en personas con un grado de dependencia elevado.
En nuestro país, por tradición cultural, la familia ha venido asumiendo la atención a las personas dependientes con cuidados informales en el domicilio. En la época actual, como consecuencia del cambio cultural y laboral, esta opción se torna insostenible. Sumado a esto, el número de personas dependientes va en aumento. Cuando los cuidados a los dependientes se siguen realizando mediante cuidadores informales, familia esencialmente, las repercusiones de esta sobrecarga conllevan problemas en su salud mental y física.
Por regla general, el cuidador siente la obligación moral de soportar comportamientos extremos y agotadores con tal de no separarse de su familiar. Se siente en deuda. Sin embrago, existen ocasiones en las que el comportamiento de la persona mayor dependiente es difícil de gestionar, bien sea porque requiere de cuidados físicos adicionales o porque el deterioro cognitivo que presenta es un riesgo para él mimo y para los que conviven con él. Por ello, los profesionales de Grupo Adavir recomiendan, y siempre que las circunstancias personales lo permitan, no dar lugar a situaciones extremas, y confiar los cuidados de la persona mayor, sobre todo si presenta un grado de dependencia elevado, en manos de profesionales que se encargan de la atención integral de sus necesidades.
Hoy en día, gran parte de los grupos residenciales, como Adavir, cuentan con servicios adaptados a las necesidades de cada persona o familia, siendo los más comunes los ingresos de larga estancia, para aquellas personas que por sus circunstancias personales o familiares no pueden permanecer en su domicilio, pero contando con otras opciones como centros de día, centros de noche o estancias de respiro para un fin de semana, vacaciones, postoperatorios, etc.
“Ingresar en una residencia para personas mayores cuando el mayor tiene capacidad cognitiva debe ser una decisión de éste. Por el contrario, cuando la persona mayor no tiene capacidad para decidir, además de proceder a su incapacitación judicial, será la familia o los allegados los que tendrán que tendrán que contar con esta medida. En ambos casos recomendamos que antes del ingreso se evalúen las instalaciones de la residencia, su equipo humano y los servicios que ofrecen, realizando una visita previa tanto por los familiares como por el futuro residente”, afirma Virginia González, Directora Comercial de Adavir.