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El estudio pone de manifiesto nuevas inquietudes y expectativas en la forma como queremos cuidar a las personas mayores en situación de dependencia y en cómo ellas quieren ser cuidadas. Se muestra una preferencia por parte de este colectivo por mantener, en la medida de lo posible, la autonomía y la capacidad de tomar decisiones.
El director corporativo del Área Social de la Fundación Bancaria ”la Caixa”, Marc Simón, y la directora científica de Matia Instituto Gerontológico, Mayte Sancho, han presentado esta mañana en CaixaForum Madrid la carta Primero, las personas: Cuidar como nos gustaría ser cuidados, un documento que resume los resultados de un proceso de investigación participativa sobre los cuidados y la dependencia de las personas mayores.
Como parte de este proceso, desarrollado bajo la dirección científica de Matia Instituto Gerontológico, se ha realizado una encuesta a una muestra de 4.784 personas (3.696 ciudadanos y 1.088 profesionales), en la que se perfila un cambio en la forma como queremos cuidar a los mayores en situación de dependencia y en la que ellos quieren ser cuidados.
La tendencia apunta a que la persona se haga responsable de su propio proceso de envejecimiento y dependencia. Especialmente, se hace evidente la necesidad de una provisión y recepción de servicios en que se complementen las familias, los servicios públicos y privados ―que por primera vez adquieren una importancia similar a la de las familias― y la iniciativa social.
Entre las generaciones más jóvenes, la responsabilidad del cuidado recae, en primer lugar, en uno mismo, y en segundo lugar, en los servicios públicos y privados, relegando la familia al tercer lugar. Para estas generaciones, el apoyo de la comunidad en forma de amigos y vecinos es más relevante que para las de más edad.
En esta línea, la mitad de los individuos muestran su preferencia por vivir en el propio hogar (42,3%). En segundo lugar aparece la residencia para personas mayores (28,6%), y a mucha distancia, un hogar adaptado (7,4%). Destaca, por otro lado, el rechazo a vivir en casa de los hijos (4,5%, una cifra que desciende hasta el 2% en la generación de entre 55 y 74 años).
Cuidar ahora y cuidar bien
Del total de participantes en la encuesta, uno de cada cuatro afirman cuidar a alguna otra persona de edad avanzada. Existen diferencias estadísticamente significativas entre grupos de distintas edades. El tramo de edad donde se encuentran más personas cuidadoras es de 35 a 54 años (38,3%).
Entre todas las personas que cuidan, preguntadas por los efectos que el cuidado ejerce sobre sus vidas, el 84,1% destacan los beneficios emocionales que tiene el cuidado, al crear un sentimiento de utilidad y satisfacción. Frente a este dato, el 40,5% declaran que cuidar les supone problemas emocionales que pueden afectar a su estado de ánimo. Sin embargo, es el ocio donde se perciben más problemas que beneficios: el 50,9% sienten que se reduce su tiempo libre.
Por lo que respecta a las percepciones sobre el buen cuidado, para el 30,9% de la muestra disponer de tiempo es uno de los aspectos más relevantes al respecto, por delante de contar con apoyos y servicios profesionales (26,7%), tener formación (22,8%) y disponer de información y asesoramiento (19,6%).
Asimismo, entre los aspectos considerados más importantes para el cuidado, el 39,4% de los encuestados priorizan conocer bien qué es lo que necesita la persona cuidada y la cuidadora. Otras cuestiones relevantes son mantener una buena comunicación (26,7%) y saber ponerse en el lugar del otro (23,8%).
Una carta consensuada que invita a la reflexión
La elaboración de dos estudios ―uno cuantitativo y otro cualitativo―, la promoción de foros de debate en los que participaron administraciones públicas, asociaciones de personas mayores y cuidadoras, expertos y profesionales del sector gerontológico, y la realización de entrevistas en profundidad a expertos en materia de cuidados han desembocado en la carta Primero, las personas: Cuidar como nos gustaría ser cuidados, en la que se habla de los principios del cuidado, entre los que se encuentran la dignidad, la autonomía, la corresponsabilidad y la transversalidad.
Pero en este documento también se trata de la importancia de la comunicación, de la prevención ―tomar decisiones a tiempo sobre el propio proyecto de vida― y de una mayor información y formación para aprender y enseñar a cuidar y a cuidarse.
Asimismo, se invita a la construcción de una cultura de los cuidados que vaya más allá de un asunto privado cuya responsabilidad recae exclusivamente en las familias. Por el contrario, la carta, contrastada por todos los participantes en el proceso de investigación, avala que los temas relativos a los cuidados deben ser contemplados como una cuestión social que únicamente puede afrontarse desde la responsabilidad compartida, la solidaridad y el buen trato.
Una población cada vez más envejecida
omplejos como la evolución sociodemográfica de España, según la cual en la actualidad más de 8,5 millones de personas han superado los 65 años, y el 31,8% de esas personas son mayores de 80 años.
En cuanto a las dimensiones de la dependencia, según la Encuesta Europea de Salud, el 20,73% de la población de 65 años y más tienen dificultades para llevar a cabo alguna de las actividades básicas de la vida diaria, como pueden ser comer, vestirse o ducharse. Estas dificultades aumentan con la edad, afectando al 53,68% de los mayores de 85 años.
En el actual escenario social, se calcula que existen 4,4 millones de personas que realizan tareas de cuidado no profesional en el ámbito doméstico, de las cuales 702.000 han superado los 65 años. A ellas se suman cientos de miles de mujeres que realizan tareas de cuidado remunerado desde su posición de empleadas del hogar.
Estas cifras solo pueden aumentar en los próximos años, ya que se calcula que en 2050 el número de personas mayores se habrá duplicado, y casi la mitad de esa población tendrá más de 80 años, según datos del estudio Proyecciones de población 2014-2064 (INE). Además, se calcula que para ese mismo año habrá más de 172.000 personas mayores de 100 años, 13 veces más que en la actualidad.
Del mismo modo, en paralelo al aumento de la esperanza de vida también se ha multiplicado la participación de las mujeres ―principales pilares del cuidado familiar hasta ahora― en el mundo laboral. La consecuencia de esta realidad es la necesidad de transformar el sistema de los cuidados, teniendo en cuenta las nuevas responsabilidades laborales y personales de las mujeres.