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Entrevista al Dr. José Augusto García Navarro, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG).
La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) eligió mediante votación en el pasado 61º Congreso de la SEGG, celebrado del 12 al 14 de junio en la ciudad de Zaragoza a la nueva Junta Directiva, cuyo nuevo presidente es el Dr. José Augusto García Navarro.
¿Cómo valora la labor realizada por la anterior junta directiva?
Ha realizado un buen trabajo, manteniendo el nivel de impacto de la geriatría y de la gerontología españolas. Ha conseguido mantener a la SEGG en la mayoría de los debates sobre envejecimiento de nuestro país. Especialmente hay que reconocer que se ha realizado una enorme labor en la puesta en marcha de numerosos cursos de geriatría, con un elevado número de alumnos, a través de la plataforma online de la SEGG.
¿Cuáles son sus objetivos desde la presidencia de la SEGG?
Nuestro principal reto es situar al envejecimiento en la agenda de todas las políticas del país. El envejecimiento es un reto transversal, no podemos afrontarlo desde una visión simplista y pensar que sólo depende de Sanidad o de Servicios Sociales.
Es cierto que cuando hablamos de sanidad estamos pensando en que se debe reforzar mucho la presencia de los servicios de geriatría en los hospitales del sistema nacional de salud. En la gran mayoría de las comunidades autónomas que aún tienen un desarrollo muy parcial, pero sobre todo en Andalucía y el País Vasco, donde su actual ausencia es clamorosa y obedece a claros motivos corporativistas que van en contra de una atención de calidad adecuada a las personas mayores de estas comunidades autónomas. Y es también necesario reforzar la colaboración de la geriatría con la atención primaria de salud, que no hay que olvidar que es el pilar de la atención en nuestro sistema sanitario.
Cuando hablamos de servicios sociales es necesario mejorar su financiación. Y también diversificar aún más la cartera de servicios. No podemos seguir considerando que las residencias de ancianos o los centros de día para personas mayores son servicios de segunda clase. Y esto significa dignificar a los profesionales que en ellos trabajan con salarios adecuados y formación acorde con la enorme complejidad de personas que atienden.
Y además el envejecimiento necesita una adecuada política de pensiones, para lo que es muy importante la implicación de todos los agentes económicos como los sindicatos, los empresarios, las organizaciones de mayores, etc.
Y adecuadas condiciones de habitabilidad, para lo que hay que implicar a los responsables de hacer nuestras ciudades y nuestros hogares más accesibles. Y hacer que los niños y adolescentes interactúen con los mayores, para lo que es muy importante el papel de las familias y los educadores; en fin, situar al envejecimiento en el centro del debate social es nuestro principal reto como Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
¿Qué pueden hacer desde la SEGG para contribuir a una mejor imagen de las personas mayores?
Hay que aplicar una receta muy sencilla: dar voz a los mayores en todos y cada uno de los debates que les afectan. Y también empezar a hablar del envejecimiento como algo positivo. Ser mayor hoy día es estar en una etapa de la vida diferente, pero se trata de una nueva etapa cargada de retos.
El envejecimiento tradicionalmente se ha definido como llegar a tener una edad avanzada. Y de forma genérica se hablaba de llegar a esa edad en la que nos alcanzaba la jubilación, que eran los 65 años. Es una definición sencilla pero muy errónea porque se estaba ligando un hecho biológico con la vida productiva y laboral de una persona.
Mirado así, hoy en España hay más de 9 millones de personas con más de 65 años (hemos superado la barrera de los 9 millones recientemente), pero nos equivocaríamos mucho si dijésemos que tenemos en España más de 9 millones de ancianos.
Cuando un español llega a los 65 años hoy, aún le quedan por vivir más de 18 años si es un hombre y más de 22 si es una mujer. Y la mayoría de esa vida será una vida activa físicamente, y también con una intensa actividad social e intelectual. El septuagenario Gene Dykes corrió la maratón de Florida en 2 horas y 54 minutos el pasado 15 de diciembre. Mick Jagger, el cantante de los Rolling Stones, cumplió 76 años el mes de julio pasado. Estos hombres no son ancianos. Hoy tenemos en nuestra sociedad personas mayores y muy mayores que no son viejas. Sumar años no es hacerse viejo, sino mayor. Sumar dependencias y enfermedades es hacerse viejo.
España presume de su gran Sistema Nacional de Salud, pero en lo relativo a las personas mayores, ¿está tan bien como parece?
Le doy un solo dato que es fácil de recordar: en nuestro sistema nacional de salud, los mayores de 65 años ingresan en el hospital tres veces más que los menores de 65 años. Es decir, por cada menor de 65 años que ingresa en un hospital, lo hacen 3 personas mayores de 65 años. Además, muchas de estas personas tienen una alta carga de dependencia y comorbilidad (más de 2 enfermedades concomitantes) por lo que necesitan abordajes muy complejos.
Todos los sistemas sanitarios avanzados del mundo han desarrollado servicios de geriatría completos en los hospitales, con unidades para atender a pacientes agudos y para, posteriormente, realizar rehabilitación.
Y todos establecen también un buen sistema para valorar ambulatoriamente a los ancianos y para coordinarse de forma efectiva con los equipos de atención primaria.
Es necesario que todos los hospitales de nuestro sistema nacional de salud dispongan de un servicio de geriatría completo, con unidad de agudos, unidad de rehabilitación y consultas eternas para valoración ambulatoria.
No hay servicios específicos de Geriatría en los hospitales públicos. ¿Cómo va esa petición sempiterna de la SEGG?
Nuestro sistema de salud es un sistema muy sólido y del que todos deberíamos estar orgullosos. La mayoría de los países de nuestro entorno disponen de sistemas de salud peores que el nuestro. Pero no debemos caer en un orgullo engañoso y que nos haga olvidar que hay que mejorar siempre. En este sentido, nuestro sistema público de salud necesita extender la geriatría a todos sus hospitales públicos. Esto es especialmente urgente en Andalucía y el País Vasco, donde no existe geriatría en el sistema público de salud.
Es una evidencia la mejoría de la atención a los ancianos cuando se incorpora la geriatría en los servicios hospitalarios públicos. Está demostrado por la ciencia en todos los países occidentales. No hay justificación para que los mayores andaluces y vascos sean ciudadanos de segunda cuando ingresen en un hospital.
Yo espero ver pronto la geriatría en todos los hospitales del sistema nacional de salud. Ya tenemos un amplio desarrollo en Cataluña, Madrid o Castilla la Mancha, que son las regiones más avanzadas en la implantación de la geriatría y que están logrando superar intereses corporativistas y de luchas por el poder de otras especialidades médicas.
¿Hay en España suficientes geriatras y profesionales de la gerontología para atender a las personas mayores?
No, son necesarios más profesionales. Sólo de médicos especialistas en geriatría se estima que existen 900 profesionales trabajando en el sistema sanitario público y privado de España y serían necesarios de forma urgente al menos tres veces más.
Claramente hay que potenciar la especialidad en geriatría. Pero para ello es muy importante que la asignatura de geriatría que se cursa en el grado de medicina (y en enfermería también) sea impartida por especialistas en geriatría y no por personas que son especialistas en otras disciplinas (en su mayoría medicina interna, en el caso del grado de medicina). Y hay que normalizar la presencia de la especialidad en todas las comunidades autónomas del país para que los estudiantes vean que existen posibilidades reales de desarrollo profesional.
La situación es tanto o más preocupante para otros especialistas en gerontología como trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, psicólogos, fisioterapeutas, etc.
La figura del cuidador es muy importante. ¿Cómo ven desde la SEGG que la mayoría de cuidadores sean familiares, ya que no pueden permitirse pagar a un profesional?
La figura del cuidador es básica para la atención a las personas mayores con dependencia y múltiples enfermedades. Y esto pasa en España y también en el resto del mundo, pero sería positivo incrementar las ayudas a los cuidadores para que puedan seguir prestando los cuidados.
Déjeme que comparta con usted algunos datos: La mayoría de cuidadores son mujeres y soportan su trabajo habitual (cuando pueden simultanearlo) con el trabajo de cuidador. En otras ocasiones, son mujeres ya mayores a las que el cuidado les limita sus posibilidades de interacción social.
En España hay 2,3 millones de personas dependientes que necesitan un cuidador. Es muy importante que los cuidadores necesiten información y formación adecuadas para cada situación. Desde la SEGG se está haciendo un esfuerzo enorme para formar a cuidadores desde cursos online de amplio seguimiento, desde hace más de 6 años.
El perfil de cuidador: el 89% de los cuidadores en España son mujeres de mediana edad, cuyos problemas más frecuentes suelen estar relacionados con la presión psicológica a la que están sometidas. En ellas es habitual que manifiesten pérdida de energía, apatía, angustia, nerviosismo, depresión, trastornos del sueño y, a nivel físico, molestias digestivas, cefaleas y palpitaciones.
El 40% de cuidadores dedica más de 20 horas semanales al cuidado de personas mayores
La Alianza Internacional de Organizaciones de Cuidadores (IACO, por sus siglas en inglés) ha publicado el informe “Cuidadores en España”, que identifica varias áreas de actuación en España para mejorar significativamente la situación de los cuidadores, entre las que destacan:
Son casi nueve millones de personas y cada vez serán más. ¿Cuáles son los principales retos a los que se enfrentan las sociedades actuales para con las personas mayores?
Es cierto que el colectivo de mayores es enorme, pero también es un colectivo muy heterogéneo. Y este debate exige políticas diferentes para los diferentes grupos que lo componen.
Hay que iniciar un debate serio sobre cómo integrar a estas personas en los debates sociales actuales, cómo hacer sostenible el sistema de pensiones. Y también incluso reflexionar sobre la idoneidad de que puedan contribuir, al menos parcialmente, al tejido productivo de nuestro país y no romper de forma brusca, de un día para otro, con un trabajo para el que muchos se sienten capacitados de poder seguir realizando. Además no hay que perder de vista que los ancianos tendrán cada vez mayor peso político en nuestro país, lo que influirá de forma clara en las políticas públicas del estado de bienestar como la sanidad, la educación y los servicios sociales.
No podemos retrasar mucho más tiempo este debate. Como usted señala, hoy hay en España más de 9 millones de personas mayores de 65 años y la mayoría de ellos, afortunadamente, son personas activas física, intelectual y socialmente. No podemos perder la enorme riqueza en términos de experiencia y conocimiento que han acumulado a lo largo de su vida sin que la reviertan de nuevo a la sociedad, para mejorarla. Y para aquellos a los que se les acumula una carga de enfermedades muy importante con mayor o menor dependencia (que afortunadamente son minoría) hay que disponer de los mejores servicios de atención sanitaria y social.
¿El envejecimiento activo es para todos? ¿Cuándo hay que empezar a cuidarse para llegar bien a esa etapa de la vida?
Envejecer de forma saludable es como ir en coche. Para ir en coche necesitamos un motor, combustible y alguien que conduzca. El motor es el ejercicio físico. El combustible es la comida y el conductor es nuestro cerebro. Se logra un envejecimiento saludable si mantenemos una actividad física adecuada, si comemos de forma saludable y si nuestro cerebro se mantiene intelectualmente activo y se relaciona socialmente con otras personas.
Este es el secreto de envejecer de forma saludable. En España no tenemos excusa para no hacerlo, puesto que nuestro clima nos ayuda a hacer múltiples actividades físicas, la dieta mediterránea es la que ha demostrado los mayores beneficios en la salud a nivel mundial y los españoles, en general, tenemos tendencia a mantener activas nuestras relaciones sociales y familiares.
Desde la Geriatría y la Gerontología insistimos en no bajar la guardia y potenciar la actividad física (cuanta más mejor), la dieta mediterránea y evitar la soledad no deseada. Moverse, comer bien y estar acompañado son los secretos de ir sumando años con salud. Y hay que empezar a luchar contra el envejecimiento desde el momento de nacer.
Un tema controvertido es el de las pensiones. ¿Qué proponen desde la SEGG para asegurar el sistema público de pensiones? ¿Cómo valora las marchas y manifestaciones que hay en España sobre este asunto?
Hay que iniciar un debate serio y muy pronto. Si continuamos con debates cortoplacistas y con ritmos electorales no. Es normal que haya manifestaciones y marchas en las calles de nuestro país para solicitar acción a la clase política. No se debe esperar más.
Es una urgencia comenzar a hablar de este tema de forma calmada, desde una óptica que considere las prioridades técnicas y no políticas, y teniendo en cuenta a todas las partes implicadas. El debate no puede quedarse meramente en si incrementamos las pensiones el IPC u otro porcentaje, debe ser más profundo: ¿Hay que jubilarse a una edad o se puede seguir trabajando a tiempo parcial? ¿Hay que considerar las pensiones individuales o de la unidad familiar? ¿Hay que tener más beneficios fiscales para los pensionistas?...y un largo etcétera. Hay que sacar el debate de las pensiones del terreno electoral y ponerlo en un terreno político, social y técnico que no obedezca a luchas partidistas.
¿Cómo valora la implantación de la Ley de Dependencia y qué se puede hacer para mejorar?
La Ley de Dependencia fue un gran avance en nuestro país y está ayudando a las personas con dependencia a tener una mejor atención. Después de diez años de funcionamiento necesita de una revisión de sus procedimientos para poder dar respuesta más rápida a las necesidades de las personas beneficiarias y también ampliar la cartera de servicios actual. Y de forma muy clara necesita incrementar mucho su dotación económica actual. Y con urgencia.
En cuanto a ciencia e investigación, ¿qué enfermedades van a ser más prevalentes para las personas mayores? ¿Y cuáles van a ver reducido su impacto en la salud?
Los principales problemas sanitarios para los mayores vienen marcados por las tres “c”s: cabeza, corazón y cáncer. Es decir las enfermedades neurodegenerativas, especialmente las demencias; las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Todas ellas tienen una alta prevalencia en los ancianos. Afortunadamente en todas ellas estamos haciendo grandes progresos y cada vez disponemos de mejores tratamientos para hacerles frente. Desde el punto de vista social serán la soledad no deseada y la pobreza. Hemos de luchar para que nuestros mayores mantengan buenas relaciones sociales con su entorno y con su familia y también que puedan disponer de unos ingresos económicos dignos que no coarten sus posibilidades reales de desarrollo.
En cuanto a las demencias, podemos decir que, en general (la enfermedad de Alzheimer y otros tipos) serán un serio problema de salud en los siguientes años, dado que tienen una alta prevalencia entre los mayores y aún no disponemos de tratamientos efectivos.
En cuanto a la enfermedad coronaria, es una de las enfermedades más prevalentes en los mayores y que constituye uno de los principales problemas de salud con los que hemos de lidiar en los próximos años. Y no sólo la enfermedad vascular coronaria (la del corazón), sino también la enfermedad vascular de otros territorios de nuestro cuerpo: la enfermedad vascular cerebral, la de extremidades inferiores, la intestinal, etc.
Con respecto al cáncer, estamos avanzando como nunca antes en el tratamiento del cáncer y hay que albergar esperanzas de que podremos combatir la gran mayoría de ellos en un par de décadas. Probablemente acabemos convirtiendo el cáncer en una enfermedad no mortal en muchos casos. Y cuando no podamos acabar con él, lo convertiremos en una enfermedad crónica.
Para una parte de la sociedad, ser mayor es sinónimo de soledad y olvido. ¿Qué mensaje positivo daría para que valoremos mejor a las personas mayores?
El mayor peso demográfico de las personas mayores se suele abordar desde una óptica negativa y de preocupación, como si se tratara de un problema. Un problema centrado sobre todo en una dimensión económica (nos preocupa la viabilidad del sistema de pensiones) y en una dimensión sanitaria y asistencial (cómo atendemos a los ancianos en los hospitales y centros sociosanitarios y cómo hacemos frente a los cuidados de las personas mayores con dependencia). Es decir, en el fondo este envejecimiento viene a hacernos perder a los jóvenes el estado de bienestar porque no podremos hacer frente a todas las necesidades (económicas y asistenciales) que se generarán. Además, el estereotipo que tenemos de la vejez es que es una etapa de la vida negativa, donde sufrimos un importante declive físico e intelectual y somos pasto de múltiples enfermedades, muchas de ellas crónicas, que influyen de forma negativa en nuestra calidad de vida.
Hay una doble preocupación que tenemos que combatir: nos preocupa y asusta lo que nuestros mayores necesitarán de nosotros y, en el fondo, tampoco queremos llegar a ser mayores. Pensamos en negativo cuando hablamos de envejecimiento. Hay que cambiar la visión y considerar que sumar años a la vida es un éxito.
Como señalaba anteriormente, la mayoría de nuestros mayores son personas física e intelectualmente activas a las que les queda un largo período de tiempo para seguir aportando su experiencia y visión a sus familias, amistades, vecindario, etc. Envejecer no es ser viejo más tiempo, sino lo contrario, ser joven durante más tiempo.