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Un artículo de la Dra. Teresa Martínez, experta en Atención Centrada en la Persona.
La Atención Centrada en la Persona busca apoyar la autonomía de las personas y ello implica asumir ciertos riesgos en el cuidado y en la vida cotidiana. El riesgo es algo inherente a la vida y al desarrollo personal. Vivir conlleva siempre riesgos.
Este planteamiento, en el contexto de cuidados a personas en situación de fragilidad o dependencia nos enfrenta a situaciones complejas. En la asistencia cotidiana en centros y también en casa se producen situaciones en las que tomar decisiones, o dejar que las personas decidan, no es tan fácil. Situaciones donde entra en conflicto la libertad de la persona con su seguridad (o la de otros).
Como profesionales tenemos la obligación de proteger a quienes están en una situación de alta vulnerabilidad y evitar el daño. Surgen preguntas: ¿evitar todos los riesgos es posible? ¿cómo? ¿siempre? ¿cuándo? ¿a costa de qué?. Nos movemos entre la obligación de no maleficencia, la promoción de la autonomía y la búsqueda del bienestar subjetivo de la persona. Objetivos todos ellos importantes en el cuidado.
Sin pretender solucionar este nudo, me gustaría en este post compartir algunas reflexiones.
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