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Entrevista a Yolanda de la Fuente Robles, catedrática de Trabajo Social y Servicios Sociales Universidad de Jaén.
Yolanda de la Fuente Robles, catedrática de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Universidad de Jaén y Consultora Internacional del Banco Mundial, será ponente en la primera jornada del II Congreso Intersectorial de Envejecimiento y Dependencia, que tendrá lugar en los días 27 y 28 de septiembre en Jaén.
En esta entrevista, la representante de la universidad cuenta en qué consiste el envejecimiento digno dentro de la nueva realidad de las sociedades actuales, poniendo el énfasis en la labor de la universidad como agente de cambio social.
¿Qué se entiende por un envejecimiento digno y por qué es un concepto cada vez más importante?
El envejecimiento digno se puede resumir en algo muy sencillo: la dignidad implica felicidad. Es muy importante que unamos ambos conceptos. Se trata de llegar a la vejez y vivirla de una forma positiva. Con el paso del tiempo se ha llevado a cabo una transición de paradigmas y la sociedad está cambiando muy rápido. Sin embargo, queda un punto importante: que se adapten aquellas administraciones o instituciones que hacen que el envejecimiento sea una oportunidad. Una oportunidad que implique seguir viviendo en plenitud y de una manera feliz.
¿Cuál es el papel de la Universidad para conseguir un envejecimiento digno y qué aporta en cuanto a innovación?
La universidad tiene un papel muy importante. No solo tiene que formar a los alumnos que serán los profesionales del mañana, sino que también tiene el papel fundamental de transferir conocimiento, de investigar y de ser motor de ese cambio. La universidad, si quiere cumplir la función para la que fue creada, tiene que dar respuesta a lo que la sociedad demanda y no ir a remolque de los cambios. Por eso tiene que investigar, detectar cuáles son esas necesidades y oportunidades y poner en funcionamiento esos nuevos cambios.
Yo creo que la universidad, si actúa no solamente desde el punto de vista formativo, sino además desde el punto de vista de la responsabilidad social, tiene que estar al frente de esos cambios, liderarlos y ser capaz de transformar la formación a lo que verdaderamente va a demandar la ciudadanía. No nos sirve ya formar al alumnado con unos métodos de aprendizaje clásicos y en conocimientos estancos. Ahora mismo tenemos esa oportunidad de participar en congresos y en comités científicos, abrir las puertas de la universidad y traernos ese conocimiento de la calle hacia el aula para compartirlo con nuestros alumnos. Esa es la clave.
Sobre la actual atención a la dependencia, ¿cómo cree que podría mejorarse?
Sobre la actual atención a la dependencia hay mucho que hacer. Hemos visto que la crisis ha sido un punto de inflexión en esa atención a la dependencia. Teníamos una ley magnífica, pero creo que también faltaba saber cómo llevarla a cabo desde el punto de vista de la financiación.
La dependencia tiene ahora un buen marco de atención y unas buenas herramientas, pero sin duda hay que seguir avanzando. Hay que pensar no solo en la atención a la dependencia, sino también quizá al paso anterior, a la promoción de la autonomía. Tenemos que desarrollar líneas que se quedaron atrás por la crisis y herramientas que ya aparecían en la propia ley de la dependencia. Es el caso de la asistencia personal o de las unidades de respiro.
¿Cree que hay suficiente concienciación sobre el envejecimiento digno en la sociedad en general y en los propios sectores implicados?
Yo creo que la sociedad va tomando conciencia sobre el envejecimiento en la medida en que las personas van tomando conciencia de la edad que van cumpliendo. Con las últimas movilizaciones sobre el tema de las pensiones, se está visualizando al envejecimiento, a la ciudadanía que está en ese grupo de población como persona activa. Se tiene que dar una nueva respuesta, ya que con las personas mayores ya no funcionan las respuestas clásicas. Hay que concienciar a todo el mundo de ese nuevo perfil de personas mayores.
¿Cuál es la responsabilidad de la sociedad en su conjunto en el objetivo de crear un envejecimiento digno y positivo? ¿Qué podría hacer para avanzar?
Si lo unimos al tema de qué se puede hacer para avanzar, la respuesta es conocer bien a las personas a las que se va a atender. Por ello, el tema del perfil es muy importante como también lo es el de los roles. No se trata solo de las personas mayores, sino también de qué papel quieren jugar. Las personas mayores tienen que ser agentes de transformación social. Por eso hay que conocer bien ese perfil y comprobar que se trata de personas con estudios, que conocen y utilizan las tecnologías, en el que las mujeres han participado en el mercado laboral y, sobre todo, quieren participar y ser protagonistas en la sociedad en la que viven. Es una nueva ciudadanía a la que la sociedad debe intentar atender en esos retos que ya están presentes.
¿Cómo valora la celebración de este II Congreso de Envejecimiento y Dependencia en Jaén?
La valoro de una manera muy positiva. Yo creo que la fundación Ageing Lab es punta de lanza en Andalucía en innovación y en transferencia de conocimiento, sobre todo en temas de envejecimiento y dependencia. Toda esa labor, unido al hecho de que este segundo congreso recoge los retos que se vieron que había que afrontar en el primero, está creando mucha investigación, mucha innovación y, ante todo, futuras líneas de trabajo en la universidad, que no puede dar la espalda a lo que está sucediendo. Ante estos congresos tan importantes donde se expone intervención social de primer nivel y se presenta todo tipo de actividades relacionadas con la temática, la universidad tiene que recoger y transferir todo ese conocimiento para que nos sea útil. La universidad es como una especie de máquina que se nutre con congresos de este nivel para seguir avanzando en la línea del envejecimiento digno y positivo.