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Un artículo de Sara González Blázquez, Directora Médico de Grupo Amavir.
Si pensamos en que en España 1.200.000 personas han desarrollado la enfermedad de Alzhemer, es necesario recordar que detrás de cada uno de ellos están sus familiares. Según datos de un informe elaborado por la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de personas con Alzheimer (CEAFA), en el 94% de los casos de esta enfermedad que se dan en el entorno familiar son los propios familiares los que se responsabilizan de los cuidados del mayor.
El Alzheimer no solo afecta a quien sufre la enfermedad, sino también a la familia que asume la tarea de cuidar del enfermo, principalmente por considerar que tienen una responsabilidad familiar, social y humana. El cuidador recibe a consecuencia de ello una carga física y emocional difícil de soportar, y la realidad es que esos cuidados deberían delegarse en los sistemas sociales y sanitarios.
Los centros de día y residencias de mayores ayudan a los familiares en algo tan esencial como su descanso físico y mental. La evolución de la enfermedad produce una serie de cambios psicológicos difíciles de asimilar y de sobrellevar en muchas ocasiones por el entorno del enfermo. No sólo se observan síntomas como la pérdida de memoria, sino que, a medida que avanza el deterioro cognitivo, es frecuente que en el entorno familiar el mayor comience a generar situaciones conflictivas por irritabilidad, indiferencia o incluso la aparición de alucinaciones.
Algunas familias optan por confiar la atención de su ser querido a los profesionales de los centros de mayores. En las residencias de ancianos trabajamos de forma contínua para mejorar la calidad asistencial que se les ofrece a los pacientes de Alzheimer y sus familiares. Mediante una valoración geriátrica multidisciplinar de las necesidades particulares de cada persona, elaboramos un plan de actuación para garantizar el mejor cuidado, a través de diferentes terapias farmacológicas y psicomoticres.
Todos los profesionales de los centros de mayores somos conscientes de la necesidad de atención especializada, y por ello numerosos centros cuentan con módulos de convivencia reducida que permiten combinar la rutina de las personas que presenten estas patologías con los horarios marcados para la toma de su medicación o la realización de terapias complementarias. Todo esto se lleva a cabo bajo la atenta supervisión de los profesionales altamente cualificados que trabajan en en el sector, y que se ponen al servicio de los residentes para garantizar las mejores atenciones.